Manuel Fernandez López decía en una nota de página lo siguiente:
Con el nombre “Economía política” la ciencia lúgubre comenzó a enseñarse (ya se lo hacía desde 1822, con el nombre de “Ideología”) en la UBA desde 1824, no sin un prólogo de enredos. Rivadavia buscaba cumplir su sueño de 1812 e incluyó a Economía política en el presupuesto de 1822 de la UBA. Estaba persuadido de que ningún texto ya impreso sería adaptable a la realidad de las Provincias Unidas. Pero un buen texto podría transmitir el modo de ver y analizar las cosas de la Economía y de los economistas.
Luego, la Estadística llenaría de datos cada aspecto y se obtendría una Economía política adaptada a este país, y con ese fin designó a Vicente López al frente del Registro Estadístico, sin aclararle que abrigaba el propósito de designarlo catedrático de Economía, lo que no tardó hacer, pero con el rechazo del compositor del Himno. Rivadavia, que ya había definido su preferencia por el reciente libro de Mill, lo hizo traducir. Encontró un valiente dispuesto a estas tareas en el creador de la moneda nacional, el porteño Pedro José Agrelo, en aquellos momentos ocupado en la cartera de Hacienda de la provincia de Entre Ríos.
Ya entrado 1824, el 3 de mayo, en su mensaje a la Legislatura, Rivadavia declaró su “misión cumplida”, en estos términos: “La Economía política ha empezado a enseñarse este año, y sus luces difundidas procurarán a nuestra patria administradores inteligentes”. Pero un buen comienzo no garantizó un buen final, y en octubre la enseñanza cesó de hecho, por las ausencias de Agrelo y la negativa de los alumnos a concurrir al aula.
Suprimida el 16 de abril de 1825, la cátedra se restableció en 1826, al regresar Bernardino Rivadavia al poder. Desde la última fecha, la cátedra fue ocupada por Dalmacio Vélez Sarsfield y por Juan Manuel Fernández de Agüero. Estos docentes hicieron algunos aportes a la enseñanza: Vélez hizo cambiar el texto inicial (Mill) por el de Juan Bautista Say, al que entendía mejor, y sin duda entendían mejor los alumnos. Fernández Agüero compuso su propia versión de la “ideología” de Destutt de Tracy, incluyendo la parte del Tratado de la voluntad correspondiente a la Economía política.
En febrero de 1831, el rector Figueredo dispuso suprimir la enseñanza de Economía –entre otras materias– por ser “ciencias de puro lujo”. La situación se mantuvo así hasta después de Caseros, cuando se volvió a llamar a concurso de profesores de Economía.
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