Kiguel como muchos de sus colegas hoy en el gobierno parecen tener una trayectoria similar, trabajos más trabajos menos, logran ser reputados por construirse en un lenguaje experto, ser reconocidos por los 10 o 15 macroeconomistas argentinos mayores a 50 años que construyeron sus carreras por pasos similares. Los macroeconomistas “exitosos” sino tienen su propia consultora están en alguna fundación esperando a ser convocados para algún cargo público. Por ahora no es el caso de Miguel quien ha tratado de retratar lo que sucede en Argentina observando solamente tres cosas: el balance de pagos, el tipo de cambio y la inflación. En algunos pasajes se identifican las variables de jerarquía menor como son la deuda pública, la política comercial y los salarios.
Describe tres tipos de crisis: las de balance de pagos, las
macrofinancieras y las hiperinflacionarias. Revisa los distintos períodos de
nuestra historia pos-peronista y tras darse cuenta que gran parte de los 60s y
70s argentina no sufrió grandes crisis llega a la conclusión que….nada, sorprendentemente
no llega a ninguna conclusión. Aunque se le hace evidente que las crisis se
vuelven más frecuentes, más violentas de forma creciente después de 1975…el
autor no encuentra nada extraño allí. No le parece raro que las crisis se
vuelvan así durante el periodo neoliberal, en absoluto…nada…a lo sumo hecha
alguna culpa al Rodrigazo de haber sentado un precedente inflacionario.
El libro tiene pocas novedades, aunque algunas paradojas. Por
un lado hace una crítica liviana al monetarismo ingenuo pero termina abrazando
la idea que la inflación es un fenómeno monetario siempre y que es consecuencia
siempre del accionar del gobierno en cuanto a gastos y manejo del tipo de
cambio. De allí a la conclusión que es un fenómeno populista hay un pasito muy
corto. Asimismo, tiene la contradictoria novedad de declarar que la crisis del
kirchnerismo en realidad no es una crisis, aunque hay muchos indicios –para el
autor- que se esté en una antesala de una crisis, pero esta no sería una gran
crisis macrofinanciera o hiperinflacionaria sino y a lo sumo una crisis de
balance de pagos como las que el mismo autor señaló que a la luz de la
actualidad no se observaban como una crisis muchas veces. En resumen, el
kirchnerismo dejaría (pero para el autor en rigor no deja) una crisis. Es más, se
realiza una estimación muy positiva de los fundamentals
macro por la baja dolarización de la economía, la baja deuda pública y un sistema
bancario sólido y si, del resto de las condiciones económicas se olvida por
completo…El autor declara que ortodoxos y heterodoxos fracasaron, desecha de
entrada los aportes del estructuralismo, de hecho, no incluye ningún espacio al
lugar de la argentina en el mundo ni al entramado productivo de ninguna índole.
Al mismo tiempo identifica dos formas solamente de observar la realidad (casualmente
a la que el autor adhiere y la populista-cepalina). El fracaso argentino se
puede explicar por el uso de la política económica independientemente de los
actores que interactúan, fiel al estilo Pro, la salida es buscar buenos quipos,
usar bien la receta de la abuela y esperar que todos los actores se quieran
comer lo que la abuela cocinaba.
Esperaba encontrarme con una derecha más instruida, mejor
informada de las cosas que se discuten incluso en sus ámbitos de dominio, con
ideas más claras y mejor reflexionadas y con propuestas bien pragmáticas. Incluso
la exposición de datos es muy precaria. En lugar de ello me encuentro con un
libro pobre en su reflexión histórica y teórica, falto de conceptos y con una
propuesta que puede esperarse de algún dirigente Pro en un programa de tv
estilo Intratables pero que es difícil de digerir cuando se lee un libro que
pretende interpretar nada menos que las crisis argentinas de los últimos 70 años.
La idea que los problemas del país se reducen al populismo
económico lleva tantos años como el peronismo, pero quienes sostenían esas
ideas hace tiempo lo hacían con argumentos más atractivos. Aunque hay que
reconocer que reducir a dos o tres variables las explicaciones económicas de la
Argentina es una virtud en el mensaje más allá de lo que el mensaje sostenga. En
este sentido es interesante la propuesta liberal-conservadora, ya que -paradójicamente?,
cada vez lo dudo más- contra de sus propias reglas académicas, contribuye a
pensar que casi cualquier cosa se puede decir y su contenido importa poco al
lado de su forma, sus medios, sus dispositivos y los actores que sostienen esas
ideas y contribuyen a que tengan un correlato social.
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