En
primer lugar, Ekelund y Hébert analizan el escenario de producto total y el
producto “marginal” en el cultivo extensivo e intensivo del esquema ricardiano
estableciendo como patrón a la undiad conjunta “capital y trabajo”, en lugar de
hacerlo sólo con trabajo. Asignan caracteristicas de cambios “marginales” a la
producción y hablan de escenarios de “optimización” y afirman que ha persistido
una interpretación de Ricardo en términos del valor trabajo cuando en realidad,
en Ricardo, “hay poco o nada en favor de esta interpretación”, ellos prefieren
denominarla una teoría del “costo real” donde el trabajo es el factor más
importante. (Ekelund, 1992, p. 158/9) . Por otro lado, John
M. Ferguson ha ido un poco más allá afirmando que dicho autor afirmó que
existen “tres factores de producción” de la riqueza correspondientes a las tres
clases clásicas. Sin poner acento en la escacez o el trabajo, Ferguson indica
que que el valor de cambio – en Ricardo - se debía a ambos y afirma que
“no
hay teoría-trabajo o teoría- trabajo cuantitativa del valor, como muchos
lectores de sus Principios han
supuesto por error. Afrimó de manera expresa que los articulos tendrán valores
relativos diferentes de sus costos de trabajo relativos, si en la producción de
estos artículos el trabajo y el capital se emplearon en diferentes
proporciones” [El subrayado es mío] (Ferguson, 1948, p. 104)
Independientemente
del grado de conformidad con las interpretaciones de ambos historiadores del
pensamiento, no resulta casual que ambos textos contengan un envase moderno con contenido pasado con expresiones como “factor de
producción”, “optimo”, “marginal”, capital como algo distinto de trabajo
pretérito, etc. y lleguen a similares conclusiones.
Pero acerquemos un
poco más la cuestión, Hyman P. Minsky en su re-interpretación de la revolución
keynesiana, destina los primeros dos capítulos a realizar una síntesis de las
transformaciones de la “Teoría General…”
en manos de Hicks, Hansen, Samuelson, Patinkin, Modigliani y Friedman, entre
otros. Pero semejante apreciación no corresponde solamente al ambiente
académico ni solamente a Minsky, ya que todo el conjunto de los llamados postkeynesianos
han pretendido reinterpretar a Keynes en sus términos originales ¡Keynes ha
sido uno de los economistas más retocados de la HPE! ¿Qué otra asignatura
debería asignar un espacio para leer la “Teoría general…”? Si como afirmaba J. M. Keynes,
“…las ideas de los economistas y los filósofos
políticos…son más poderosas de lo que comúnmente se cree…Los
hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia
intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto. Los
maniáticos de la autoridad, que oyen voces en el aire, destilan su frenesí
inspirados en algún mal escritor académico de algunos años atrás…Pero tarde o
temprano, son las ideas y no los intereses creados las que presentan peligros,
tanto para el mal como para el bien.” (Keynes, 2001, p. 314)
¿Alcanzaría con la
voz del economista más influyente del siglo pasado para acordar nuestras
discusiones? ¿Habría cambiado algo si hubiéramos hecho referencia al capítulo
veintitrés de su “Teoría General…” donde retoma lo que hay de “verdad
científica de la doctrina mercantilista”? ¿Alcanzaría la voz del economista más
relevante del siglo XVIII? recordando que fue Adam Smith quien en su libro
cuarto estudió “los sistemas de economía política” anteriores, o con el autor
más influyente del siglo XIX y sus tres tomos de “Teorías sobre la Plusvalía”,
la HPE de Marx ¿Deberíamos señalar el apéndice de los “Principios de Economía”
sobre el “desarrollo de la ciencia económica” de Alfred Marshall? No hace falta
aquí volver a enunciar todas las obras de Joseph Schumpeter y Maurice Dobb que
tratan sobre el tema. Pero esto no es cosa del pasado, en la “Introducción a la
Economía Moderna”, Joan Robinson y John Eatwell han creído conveniente dedicar
el libro primero a las doctrinas económicas, John Kenneth Galbraith ha
preferido dedicarle un volumen completo de “Historia de la Economía” entre
otras publicaciones, John Hicks y “Una Teoría
de la Historia Económica” entre muchos artículos relacionados a la temática. Lionel
Robbins ha publicado “Una Historia del Pensamiento Económico” y, entre otros
ensayos, Walt W. Rostow con “Interrelación de Teoría e Historia Económica”. Si
hay algún economista de nuestras latitudes condecorado por la academia
internacional ese ha sido Raúl Prebisch, quien, pese a haberse destacado como
un político-económico preocupado por el contexto, además de haber escrito una
obra sobre la economía de John M. Keynes, nos ha dejado uno de los artículos más
citados sobre el desarrollo de sus ideas titulado “cinco etapas de mi
pensamiento sobre el desarrollo”, es decir, ha construido su propia historia
del pensamiento[2].
En “El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo” (1979), Sunkel
y Paz estudian el tópico “desarrollo” a la luz de las contribuciones más
relevantes de la economía política de forma similar a Celso Furtado en “Desarrollo
y Subdesarrollo” (1964), ubicando a la teoría latinoamericana en relación a los
clásicos, Marx, Neoclásicos y Keynes entre otros. Claro que aunque señalemos
los cientos de ejemplos que hay sobre el tema, la voz autorizada no será
suficiente. Lo anterior pretende simplemente despertar el interés de quienes
aún creen que la historia del pensamiento económico pertenece a los anticuarios
del conocimiento ¿Cómo es posible seguir desconociendo su capacidad heurística
a la luz de las evidencias?
Parece
difícil que alguna idea pueda ser aprendida sin conocer su
desarrollo, porque éste le da jerarquía, la pone en relación con otro monto de
ideas, le propone espesor histórico en oposición al lógico-metodológico. ¿Qué
decir de las interpretaciones estatistas de Keynes entonces? ¿Qué decir del reemplazo
por la síntesis keynesiana en los manuales de macroeconomía? ¿Y de la
interpretación y re-interpretación de Hicks? ¿Por qué el estudio de Keynes sin
revisar el capítulo veinticuatro de su teoría general? ¿Explicaríamos mejor sus
teorías si las pusiéramos en relación al conflictivo período entreguerras y a
otras escuelas? ¿No lo hacemos con el monetarismo y su contra-revolución? ¿Por
qué razón no se pone en debate al resto de las ideas? Esta propuesta no sólo
pretende poner en evidencia la historia al interior del marco teórico sino en
relación con otros marcos y con los acontecimientos sociales. ¿La historia
económica estudiada en todos los planes de estudio pone en evidencia los
debates teórico (que por supuesto es político) en los distintos contextos ya
sean mundiales, regionales o nacionales?
Las proyecciones
corren con el riesgo de deformar y con ello cambiar el significado y el sentido que ha tomado determinada teoría puesta en
relación con su contexto. La función de la historia del pensamiento económico
no es la de proyectar como si estuviéramos construyendo un puente, sino la de
provocar a las capacidades interpretativas lo más ajustado posible al curso
real de los acontecimientos pasados. Si quisiéramos proyectar podríamos hacerlo
de muchas maneras, pero podemos estar seguros que la teoría se volverá otra
cosa y que las potencialidades interpretativas de los estudiantes se verán
reducidas a lo que se le ocurre mostrar al docente. Si quisiera conocer que ha
dicho Keynes sobre la distribución del ingreso en al reproducción del sistema,
los manuales de macroeconomía me responderían de cualquier forma, incluso me
darían respuestas que Keynes no ha dado. Ahora, si a esos esquemas les pregunto
por las funciones sociales de los propietarios, los empresarios y los
asalariados ¿Qué nos devuelven? Nada. Es cierto que las interpretaciones son
inevitables ¡claro que sí! Pero ¿en qué códigos? La retórica del economista fue
puesta en relación a varias funciones del economista, entre la que se encuentra
la de transmitir conocimiento, ya que las teorías “nunca mueren aun cuando sean
suplantadas por otras…una teoría no necesita ser utilizada para continuar
estando vigente” (Zalduendo, 1995, p. 393) . Pese a la defensa
de la producción de manuales que hace Zalduendo y que acordemos que las
interpretaciones son necesarias, resulta que el “vino viejo en nuevos envases”
sabe distinto, por lo tanto, las interpretaciones no son suficientes, mirando
lo mismo vemos cosas diferentes, mirando cosas diferentes queremos explicar lo
mismo, usando palabras iguales significamos cosas distintas, etc.
El cambio del sentido y el significado es provocado
por la proyección hacia escenarios donde no fueron producidos ni transmitidos
esos pensamientos, pero también por el cambio del canal por donde se están
transmitiendo ahora. Usando nuestra metáfora, será distinto el sabor de nuestro
vino añejo en una botella de vidrio, de plástico o de metal, todos sabores
distintos porque el medio ha cambiado. Ocurren semejantes cosas cuando se
pretende matematizar conceptos que no fueron diseñados para ello. ¿De que forma
podríamos poner en fórmula las cualidades del valor de cambio? ¿Cómo expresar
el contenido de las actividades y las
necesidades en Marshall? ¿De qué manera produciríamos la formulación de las
relaciones sociales en este autor? Aquellas en que “una catedral es más que las
piedras que la forman” ¿Cómo cuantificaríamos la “la conveniencia social
general” de Keynes? ¿Hemos saldado la discusión acerca del uso del lenguaje
matemático para expresar nuevas ideas?[3] ¿No era que debíamos unir
nuestros mensajes al resto de las ciencias sociales buscando la potencial
integración de disciplinas para explicar nuestras perspectivas sobre el mundo?
¿De qué forma nos podríamos comunicar con los sociólogos, politólogos,
filósofos, psicólogos, etc. sino a través de códigos comunes? Hay una cita que
es preciso rescatar a estos efectos y que muestra por qué los economistas nos
debemos aún cierta humildad que sólo nos puede dar el contacto con otros
científicos sociales[4].
Al afirmar que los
discursos difieren entre épocas y al evitar caer en al tentación de la
proyección temporal o de la deformación de las categorías por un traslado hacia
un lenguaje técnico, al menos podremos aceptar que las ideas se vinculan a
estructuras, y en la medida en que ellas subsisten en mayor o menor medida
(aunque no iguales) conservan cierto grado de vigencia. Por lo que la función
pedagógica y didáctica asume de nuevo un papel preponderante, pero aquello es
interpretativo del estudiante. Debemos reconocer que esa función es cubierta
por el estudio espacial (regiones, países), si reconocemos el vínculo con los
problemas económicos que nos rodean ¿Por qué son prácticamente inexistentes las
asignaturas de la HPE nacional o regional? ¿El argumento de la cercanía de los
problemas aplica de forma directa a la construcción de la HPE más cercana?
¿Quién estudia las ideas en América Latina? Infelizmente la HPE propone pocas
veces el escenario del debate y el seguimiento del debate mismo. Resulta que no
ha sucedido ni el estudio sistemático de los debates teóricos contemporáneos[5] ni el estudio de las ideas
regionales. No hay nada que asegure que en las asignaturas específicas se
puedan sostener estos debates de forma plural (el ejemplo de Samuelson no es la
excepción sino la regla) ¿Qué estamos haciendo entonces? ¿Sería posible aceptar
una crítica de la antigüedad de las ideas siempre que pretenda ser coherente
con su argumento y que ofrezca una alternativa? ¿Es en ese terreno que debemos
discutir el espacio dentro del currículo? Resulta que siquiera sucede una
propuesta superadora con lo
contemporáneo y regional. ¿Cuáles son los argumentos que subsisten al recorte
de la HPE entonces?
[1] Tal
es el caso de Sacristán (1992) poniendo énfasis en el lugar político del
docente y el espacio político del curriculum, realizando la crítica al
taylorismo impuesto a los docentes por los manuales. Santos Guerra (1994) propone mediante la “metáfora del nadador” la
provocación de incertidumbres como propuesta didáctica junto al rechazo de la
ortodoxia de las prescripciones técnicas y, entre otros, Conrad (1979), quien ha analizado los modelos de planes de
estudio basados en los “grandes autores”, los “grandes libros” y los “problemas
sociales”.
[2]
Puede consultarse su versión taquigráfica de la primera clase de “Dinámica
Económica” en 1948 donde se hace hincapié en las dos crisis que venia sufriendo
la Economía Política (según Prebisch provocada por Marx y luego por Walras y
Pareto) entre otros textos de relevancia sobre la HPE.
[3]
Desde las críticas de la escuela histórica alemana con Schmoller hacia fines
del siglo XIX y los argumentos de Cournot en 1838 hasta hoy siguen ocurriendo
estos debates ¿Porqué condenarlos al silencio? “Leontief tabuló los artículos publicados
en la American Economic Review entre
marzo de 1977 y diciembre de 1981 y determinó que el 54% de sus artículos eran
modelos matemáticos sin ninguna observación empírica; 23% extraía inferencias
estadísticas de datos recogidos con propósitos diferentes; 12% eran análisis
sin formación matemática ni datos y remató señalando que encontró una
investigación empírica sobre “la maximización de la utilidad de las palomas”.
Desde 1982 Leontief no publica, por propia decisión, más artículos en las
revistas académicas de economía.” (Zalduendo,
1995, p. 395)
[4]
Keynes, en la introducción a las Obras Escogidas de A. Marshall, decía que un
economista “debe ser matemático, historiador, estadista y filósofo (en cierto
grado). Debe comprender los símbolos y hablar con palabras corrientes. Debe
contemplar lo particular en términos de lo general y tocar lo abstracto y lo
concreto con el mismo vuelo de pensamiento. Debe estudiar el presente a la luz
del pasado y con vista al futuro. Ninguna parte de la naturaleza del hombre o
de sus instituciones debe quedar por completo fuera de su consideración. Debe
ser simultáneamente desinteresado y utilitario; tan fuera de la realidad y tan
incorruptible como un artista, y sin embargo, en algunas ocasiones, tan cerca
de la tierra como el político.” [Introducción
por John M. Keynes] (Marshall, 1949, p. XXII)
[5] En
un trabajo práctico desarrollado dentro del marco del curso de Historia del
pensamiento económico (UBA) durante el 2011 titulado “Trabajo práctico. Crisis
y Pensamiento Económico” se proponía a analizar y sintetizar
comparativamente la crisis presente
(2008), en sus rasgos (causa-efecto y desarrollo) esenciales tomando para ello dos escuelas o dos autores
de la misma escuela. Los autores más nombrados resultaron ser Paul Krugman,
Joseph Stiglitz, Alan Greenspan, Olivier Blanchard, Frederic S. Mishkin, John
B. Taylor y Nouriel Roubini, prácticamente inexistentes han sido las elecciones
de autores Marxistas (a excepción de Shaikh en algún caso), Postkeynesianos,
Sraffianos, Feministas, Institucionalistas, etc. Sin embargo, ha habido
elecciones de economistas difuntos (Milton Friedman, Paul Samuelson) o de los
clásicos de otras disciplinas (R. Solow, A. Sen). Resultaba evidente casi a
modo de encuesta por un lado, el predominio de economistas neokeyneasianos o
monetaristas, en segundo lugar la falta de reconocimiento general de los
debates y por último la elección poco frecuente de algunos economistas menos
reconocidos y autores regionales. ¿Es este el sentido y la interpretación de
los hechos que estamos construyendo? Realmente no puede ser este ejercicio una
prueba contundente de ello, el caso ha sucedido solamente en dos cuatrimestres,
sin embargo, es al menos un punto de partida para seguir sospechando ¿Estamos
ayudando a evadir las formas de pensar la realidad? ¿Acaso es la historia del
pensamiento económico una traba al acceso de esos conocimientos? De ninguna
manera los estudiantes son los culpables, han mostrado desarrollar mucho
interés por los temas incluso en algunos casos ofreciéndose a continuar con
este tipo de trabajos, han presentado con gran maestría sus casos frente a
otros estudiantes y han producido textos borradores y finales con excelente
desempeño, sin embargo hemos podido notar que la producción escrita es en
general poco incentivada en los años anteriores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario