“Lo político es lo polémico en el plano de lo público de lo que afecta en su totalidad a un grupo humano constituido como unidad política” (Schmitt, 2006)
Será necesario darle el carácter político a la Economía en primer lugar porque ello supone una pretensión transformadora de la realidad social. Comprender y transformar la realidad es parte objeto de la ciencia general, dándole significado a su estudio.
Lo político[1] y las formas de interpretar la realidad generalmente se han puesto en segundo plano, esto tiene explicaciones históricas que pueden bien justificar oportunamente su aplicación. Sin embargo la misma actividad creadora científica presupone una pretensión de cambio social. El análisis del “significado” será determinante para que esto suceda. Sin embargo es posible darle un marco dentro del cual será posible moverse en determinadas configuraciones históricas de las categorías que reflejan al sistema. Acordamos con Portelli (2007) – que siguiendo a Antonio Gramsci – acusa al determinismo (economicismo, mecanicismo) donde la estructura imprime un sello de la superestructura de igual forma que al voluntarismo (indeterminación), donde cambios originados en la superestructura pueden dirigir la estructura.
Sin embargo es preciso notar que las relaciones de dominación actuales son esencialmente capitalistas, las formas político-ideológicas (superestructura) tiene un vínculo fuerte con la estructura económica. Por caso, nótese que sin formaciones institucionales específicas del capitalismo como son la moneda y el Estado sería absurdo pensar en relaciones sociales determinadas por la estructura como son la fuerza de trabajo y el capital. Sin embargo no fue sino allí donde el desarrollo de las fuerzas productivas dio lugar a la existencia de fuerza de trabajo libre en su doble aspecto, de medios de producción y de dependencias feudales[2].
El Estado fue condición necesaria para la creación generalizada de la fuerza de trabajo asalariada, en este sentido, fue productor de la fuerza de trabajo[3] y actualmente se desempeña asegurando las relaciones necesarias para para la reproducción – formal - de la fuerza de trabajo. Tener presente este aspecto nos posiciona para analizar a las relaciones del Estado de una forma particular. En resumen, si bien la vinculación orgánica y dialéctica de la estructura y superestructura es reconocida y adoptada, también es preciso reconocer que el Estado es una institución capitalista por excelencia y que ello presenta serios límites al voluntarismo.
En segundo lugar porque es específicamente social el carácter político y su vinculación con lo económico no es externa a las relaciones existentes en la sociedad. Así, afirma O´Donnell
“Que las dimensiones del Estado, o de lo propiamente político, no son – como tampoco lo es “lo económico” – ni una cosa, ni una institución, ni una “estructura”. Son aspectos de una relación social” (O´Donnell, 1984, pág. 204)
Donde esas relaciones son de dominación. El sistema es un sistema de dominación donde se articula la dominación económica, política e ideológica. Donde existen relaciones de contradicción y crisis y dentro de ellas subprocesos de coherencia y continuidad. Las relaciones dialécticas entre la crisis y continuidad se evidencias a través de relaciones orgánicas entre la estructura y la superestructura[4]. El estudio de esos “bloques históricos” (Portelli, 2007) , es decir, procesos donde pese a las relaciones contradictorias de la estructura y superestructura logran mantener cierta coherencia, no puede quedar fuera del estudio de las relaciones socio-económicas en un proceso determinado de acumulación y distribución de valores de cambio.
En tercer lugar, conocer y transformar los aspectos económicos, políticos e ideológicos requiere lograr esquemas interpretativos válidos para enriquecerse del conocer y saber social. La separación que excluye al aspecto económico, el político, reproduce las interpretaciones de la realidad que dan como resultado un “falso reflejo”. Los extremos de estas categorías, determinismo y voluntarismo, son resultado de esta separación, pero ella también actúa de otras formas en la formación del economista del economics. Para él, “lo político” en el mejor de los casos (Keynesiano) se reduce unas veces a la aplicación práctica de prescripciones para actuar sobre algunas variables económicas de forma central, a través del Estado, típicamente “la política” económica (comercial, monetaria, discal, cambiaria, etc.). El Estado, visto como única institución política, se reduce a un agente imparcial que reparte correcciones al sistema de forma consciente y que en última instancia la custodia de la propiedad es el fundamento de toda decisión. El Estado es la forma consciente de la conducción económica cuando las reglas que operan a espaldas de los productores no se articulan correctamente. En el peor de los casos (Neoclásico) “lo político” es lo exclusivamente normativo y voluntarista, ideológico en el peor sentido de la palabra. Esto resulta en adolescencia de verdad científica y por consiguiente no puede formar parte ni siquiera de una prescripción de acción sobre variables económicas. Dejar hacer, dejar pasar[5] es no-político porque reproduce una aparente negación de la política y por lo tanto es científico, a excepción de la defensa de los derechos de propiedad que por su carácter a-histórico no se cuestiona. La ignorancia de las relaciones sociales reales es el resultado del desconocimiento voluntario de la relación íntima existente entre “lo económico” y “lo político”[6]. Lo político y lo económico están en el corazón del hombre en sociedad, no es posible quitar el carácter de alguno de ellos en el estudio de las relaciones en sociedad sin incurrir en reflejos virtuales que ocurren meramente en el ámbito de las ideas y que jamás podrán acercarse a un proceso real. Menos aún transformarla con efectividad.
En el análisis “moderno” de la política comercial donde la aplicación de restricciones al comercio exterior resulta en un alerta (del teórico neoclásico) de represalias por parte de países socios, muestra a todas luces las filtraciones de lo político en el tejido incluso del economics. Es notable también, que las relaciones económicas exteriores a los Estados-Nación hayan sido el centro del tratamiento político. Esto le valió el adjetivo de no científico al Mercantilismo, pasando por las discusiones sobre la ley de granos en gran Bretaña donde el contenido político del discurso es evidente pese a ser Ricardo un autor racionalista, por los ganadores y perdedores del modelo neoclásico de comercio exterior hasta las negociaciones sobre las instituciones de conducción política de Bretton Woods en 1944 donde Keynes tuvo una participación especial. Con John M. Keynes – y no con sus intérpretes - tenemos una visión de “lo político” marcada por la segunda guerra mundial, donde se gestó su forma de pensar. El conflicto de clase quedó relegado y en cambio hay una suma del componente político en cada uno de sus ensayos acerca del Estado y de las relaciones internacionales (las consecuencias económicas de Mr.- Churchill, el final del laissez faire. La guerra como determinante de lo económico], llegando a afirmar que fue la Guerra quien sacó a la economía de la depresión[7]. La decisión se hace presente ni bien aparece el conflicto, por ello comprender el conflicto es esencial tanto para la aproximación política de la economía como para la aproximación económica de la política.
De lo que se trata es de estudiar ambos aspectos en sus relaciones orgánicas y dialécticas con el objeto de comprender las complejas relaciones sociales que están atravesadas por los procesos económico-políticos para transformarlos. La asignación de distintas jerarquías es válida siempre que logre coherencia histórica y no elimine la riqueza del estudio de “lo económico” y “lo político”. Este es en un sentido crítico de la autonomía absoluta de las categorías - Político, Económico, Moral, Jurídico, etc. – al tiempo que pretende como método, dejar algunos grados de libertar a las jerarquías entre ellas porque el Estado es la relación política por excelencia. Es constitutivo y reproductivo de las relaciones capitalistas, pero sus formas no son permanentes e inmutables, lo mismo que el proceso de acumulación política, de acumulación de capital, del desarrollo de las fuerzas productivas y de los cambios en las relaciones de producción.
El aspecto específico de lo político es el Estado. ¿Qué es el Estado? ¿Por qué existe Estado? ¿Por qué esta forma de Estado –capitalista, autoritaria – y no otra? Estas preguntas nos van a remitir esencialmente a la historia, sin ella resultará en una tarea imaginaria meramente en el espectro de la especulación[8]. La forma en que aparece el Estado capitalista difiere de su contenido. La igualdad aparece en todas sus formas, desde la igualdad ante la forma de elección de sus autoridades, la igualdad como criterio de imposición tributaria hasta la igualdad de derechos ante la ley. El Estado aparece en una relación de iguales, sin embargo es una relación de dominación. El Estado asegura que la relación esencial del capitalismo y por lo tanto que la dominación de una clase sobre otra se perpetúe. Delimita las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo dentro de las cuales “formalmente” se registran las condiciones de igualdad. La pretensión de imparcialidad Keynesiana, es una comprensión superficial de las formas del Estado, precisamente porque lo comprende como un estado de igualdad. La imparcialidad Neoclásica va más allá en la comprensión de la igualdad de oportunidades. Todas las oportunidades reflejan un costo de elección. Cada ser humano cuando elije en forma individual está incurriendo en costos y beneficios, la igualdad de derechos será entonces dejarlo elegir, de esta forma el derecho se transforma en libertad y la libertad en utilidad, todo lo demás constante, incluida la propiedad. La deformación del instrumento analítico llamado flujo circular de la renta[9] en los manuales modernos refleja la forma en que ello aparece y es transmitido como una verdad del sentido común. Existen tres sujetos, empresas, familias y Estado (a veces excluido del análisis). Las familias de forma genérica, sin especificar su composición de clase elige vender alguno de sus tres factores (potenciales creadores de riqueza) al segundo sujeto que son las empresas, nivel máximo organizativo de la producción social y ellas eligen, como si fueran organismos pensantes, qué comprar y a que precios cuando producen para que las familias deban elegir la combinación de bienes que los hará más felices. Sin clases, no hay conflicto. En rigor, el conflicto se traduce en ¿Qué elegir?
Moufee ha caracterizado al tratamiento de “lo político” en el pensamiento liberal en dos vertientes. EL llamado “agregativo”, donde los individuos maximizan sus intereses de forma racional actuando en un mundo político meramente instrumental “es la idea del mercado aplicada a la política” y el llamado “deliberativo” que reacciona contra el anterior reemplazando la racionalidad instrumental por la racionalidad comunicativa, resultando que es posible “crear en el campo de la política un consenso moral racional mediante la libre discusión” (Mouffe, 2007, pág. 20) . Tenemos una aproximación económica (agregativa) y otra moral (deliberativa) centradas en el individuo, que evaden el conflicto - en particular el conflicto de clases - como núcleo constitutivo de las relaciones sociales. Un mecanismo neoclásico de mercado y una moral Keynesiana.
El reconocimiento y estudio de asimetrías es un resultado del estudio del Estado y las instituciones que lo rodean. Sin embargo, en aquellos casos donde la ortodoxia se ha sometido a reconocer el término lo ha hecho de una forma muy singular, reconociendo aquellas asimetrías que no solo son difíciles de medir sino que además resultan poco relevantes para el logro de una comprensión mayor del sistema en el cual vivimos, es decir, las asimetrías de información[10]. Parece paradójico que una forma de ocultar conocimiento resulte en el descubrimiento de la asimetría de información. En rigor no es paradójico que la asimetría sólo se logre entender allí donde fricciona en las condiciones de elección del individuo cuando intenta maximizar su utilidad (satisfacción).
En quinto lugar, es necesaria la inclusión del estudio del Estado de forma sistémica debido a que es una característica central de las economías capitalistas, no sólo porque ayuda a fundar y mantener las relaciones entre asalariados y capitalistas sino porque la dirección del sistema es influida por acumulación de orden político con lógicas económicas transversales que devienen en un entramado complejo que debe ser abordado en cada contexto. Pero es necesario teorizarlos para lograr un abordaje significativo. Las crisis obligan a las ortodoxias a realizar este tipo de reconocimientos pero lo siguen haciendo de manera superficial, es decir, sin comprender la esencia de las relaciones político-económicas. El ejemplo más significativo lo constituye la actual crisis mundial. No es casual el hecho que la ortodoxia comprenda como error político, de la política o simplemente del Estado, a la tendencia a la baja de la tasa de interés como primera y casi exclusiva causa de la crisis[11]. No quiere decir esto que la caída de la tasa de interés haya tenido efectos despreciables sobre la acumulación, pero comprender el porqué de esa dirección de la reserva federal hace que sea necesario incorporar otros tipos de sujetos sociales, métodos y categorías. Por caso las relaciones estáticas causa-consecuencia no nos permitirán comprende los fundamentos de la destrucción de parte del capital social. La intervención pública Estatal debe ser comprendida en la relación orgánica económica-política y las relaciones dialécticas que ella contiene conformada también por otras instituciones como son las formas dinerarias, las formas de competencia, las relaciones internacionales y por supuesto la relación capital-trabajo[12].
Las formas de regulación de la actividad económica, fiscales y de producción determinan la dirección de la acumulación. De un lado, el Estado posee parte del excedente económico, recauda y gasta. Se otro lado, regula la relación capital-trabajo por medio de salarios, convenios colectivos, seguridad social, etc. Y por último tiene capacidades para realizar inversiones productivas y por su escala de producción - la energía, el transporte y la comunicación - han sido históricamente centrales en la dirección del sistema. El análisis Neokeynesiano de las fallas de mercado como justificación de la intervención Estatal aparece ingenua cuando se comprende que el Estado refleja relaciones de dominación, más aún cuando en nombre de la naturaleza del humano (free-rider) se pretende resumir el estudio a la elección del ciudadano votante entre lo público (político) y lo privado (económico)[13] donde la buena elección será aquella que resulte positiva de comparar los beneficios con los fallos del mercado y del Estado.
Por último, será necesario retomar el estudio de lo político que la historia de un pensamiento económico se encargó de eliminar. A la economía política le quitaron el carácter político en su nacimiento, por ello Marx y los socialismos en general aparecen vinculados a otras ciencias sociales que no son economía. Lo político en este caso no será simplemente una traducción del poder Estatal de coaccionar mediante la fuerza, tampoco será el análisis fiscal del presupuesto Estatal. “Lo económico” y “lo político” tienen sentido más allá de la existencia del Estado[14]. Es necesario teorizar al Estado como relacionar los componentes políticos y económicos existentes en nuestra sociedad. Y comprender que en ellos subsisten relaciones contradictorias, asimétricas y lógicas acumulativas que devienen de su carácter histórico.
El desdoblamiento del poder en poder económico y poder político requiere una síntesis interpretar como llegamos a ella es estudiar el carácter económico de lo político y el carácter político de lo económico. Comprender sus vínculos y contradicciones y llegar a la unidad política a través de la lucha de clases [Poder económico "adquisitivo" y poder político en Adam Smith]. Por ello, precisamos estudiar la afección económica de la autonomía del orden político donde actualmente “lo económico” es el espacio social en que la dominación está dirigida por una lógica de acumulación de valores de cambio y en el espacio “político” la dominación se encuentra mediante lógicas de acumulación de poder directamente sobre los hombres, materializadas en títulos jurídicos representativos de esos poderes. (Théret, 1996, pág. 183) , sin perder de vista que la unidad política lo es por su condición polémica sobre las decisiones en casos de conflicto, pero donde esos conflictos nacen principalmente de lo económico. (Marx le preguntaba a Hodsking ¿Para qué el capital? Y se respondía, el capital sirve para mandar.
[1] “Lo político” es constitutivo de la sociedad mientras que “la política” son las prácticas e instituciones que crean un determinado orden. (Mouffe, 2007)
[5] Moufee señala que “la tendencia dominante en el pensamiento liberal se caracteriza por un enfoque racionalista e individualista que impide reconocer la naturaleza de las identidades colectivas (…) Todo individualismo debe –según su visión – negar lo político.” (Mouffe, 2007, pág. 17)
[8] Es interesante notar que estos espectros tienen su punto más alto cuando el economista termina su tarea de formación profesional, así siendo un profesional jura ”… por la patria, el bienestar de la humanidad y los derechos humanos, arreglar mi conducta a los dictados del bien y de las leyes, dedicar con empeño patriótico mis esfuerzos al engrandecimiento de la nación, poner integra y legalmente al servicio de la sociedad y de mis semejantes los conocimientos de mi profesión, de mi arte o de mi ciencia (…) Si así no lo hiciera, la patria y la humanidad me lo demanden” [el subrayado es mío]. Así el vocablo político tiene un sentido polémico donde “Los términos Estados, República, sociedad, clase o estos otros: por la gracia de dios…soberanía, Estado de derecho, absolutismo, dictadura, plan…resultan incomprensibles si no se sabe de qué es lo que en estos vocablos se pretende atacar, combatir, negar e impugnar in concreto.” (Schmitt, 2006, pág. 39) “Una excelente piedra de toque para conocer el carácter político de una comunidad es la práctica del juramento, cuyo sentido verdadero estriba en que un hombre se empeña íntegramente” (Schmitt, 2006, pág. 50)
[9] Originalmente desarrollado por François Quesnay, fundador de la fisiocracia, para comprender la formación de capital y excedente durante el flujo de riquezas entre las distintas clases.
[11] Algo similar puede decirse de la dirección política China. Pero incluso se va mas allá y en algunos casos hasta se ha acudido a la degradación moral de los individuos que estaban destinados a conducir la acumulación, es decir los financieros.
[14] El conde de Saint-Simon solía decir que el Estado será reemplazado por la Economía Política, donde el gobierno del hombre por el hombre será reemplazado por la administración del hombre sobre las cosas. En este caso el carácter político de su sociedad ideal no desaparecía, aunque sí lo harían las clases y el Estado.
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