Por una serie de razones, no se logra suplir su carencia con la formación metódica de un número adecuado de hombres jóvenes de alta calificación intelectual...Pues una de las fallas más conspicuas de que adolece la teoría económica general, contemplada desde la periferia, es su falso sentido de universalidad.Raúl Prebisch
Comúnmente se señala que la Economía
es la ciencia que analiza el
comportamiento humano como la relación entre unos fines dados y medios escasos
que tienen usos alternativos. Se asocia a dicho objetivo de estudio, el hecho
de comprender la elección de los agentes económicos, es el estudio de la
elección en un mundo de escasez[1]. Generalmente los manuales de Economía comienzan
describiendo alguna situación cotidiana que señale la necesidad de elegir
opciones de uso de recursos hacia el consumo o la producción. En algunos casos
incluso, dicha situación siquiera representa una aproximación a un hecho
económico. Sin embargo, ello no es solamente un recurso actual. Desde
principios del siglo pasado la asociación del objeto de estudio de la Economía
a la escasez y la elección ha ganado terreno en la producción de ideas para la
academia. Podríamos afirmar que
la asociación del estudio de la escasez y las elecciones individuales (y
sociales) respecto a dicho problema es -para la Economía- su objeto principal
de estudio. Cuando se pregunta qué es la Economía, la escasez y la elección son dos palabras que
no faltan en las deficiones.
Frederic Lee -para señalar el avance de este tipo
de aproximaciones a la Economía- muestra que la definición asociada a la
asignación de recursos escasos crece durante todo el siglo XX en los manuales
de microeconomía en Estados Unidos, pasando del 19% en el período 1911-1940 a
cerca del 86% entre 1971-2002 (Lee 2009, Tabla
1.1). Recientemente en un artículo denominado Defining Economics in the
Twenty First Century su autor afirmaba que la definición dada por Samuelson
en su Economics de 1992 sigue siendo suficiente para nuestra ciencia en
el siglo XXI, al tiempo, reconoce que dicha definición tiene una tradición de
al menos 100 años, que la Economía no es ciencia sino por el auxilio de la
matemática y hasta pone énfasis en el estudio del conocimiento como parte del
objeto (junto al proceso de decisión) de la Economía[2].
El uso de una
definición de Economía –sea abierta o cerrada- actúa como guía para interpretar
hechos. En este sentido, las definiciones de Economía no están aisladas de su contenido
político, muy por el contrario, son políticas. Que se defina la disciplina sin
recurrir a lo que se hace dentro o en nombre de ella y por supuesto, a lo que se hizo en su nombre, representa parte de un
programa de acción, acusar esas prácticas y transformarlas, representan otro
distinto.
Reconocer lo que se hace en nombre de nuestra
disciplina implica observar los lugares comunes pero –y a esta altura- sobre
todo, los espacios de disidencia Sirva el caso de Joseph A. Shcumpeter cuando
prefiere no optar por una definición sino discutir aquellas dadas por otros con
la intención de asombrarnos de lo inadecuadas que son, dice, “Lo más parecido a
una definición será la enumeración de los terrenos hoy en día reconocidos en la
práctica didáctica…Pero tampoco esa definición epideílica se ha de entender
como completa.” (Schumpeter, 1982, Pág. 45). Sirva
citar a Maurice Dobb (y es conocida su disidencia respecto a Schumpeter en
términos que qué mirar en la historia de la ciencia) cuando señala que la Economía es una ciencia deductiva
y en un estudio deductivo “el desarrollo de los conceptos mismos es el que da
necesariamente los límites de dicho estudio. Si tal es el caso y existen
diversas escuelas de ideas que emplean conceptos cualitativamente distintos, es
apenas posible una definición que incluya a todos." (Dobb, 1961, Pág. 5). Y así podríamos enumerar
a una incansable lista de autores conocidos por todos los economistas que
advierten el peligro dogmático de cerrar las definiciones sin contemplar el
desarrollo histórico[3]. Citar a
Schumpeter y Dobb no intenta ser exaustivo, sino persuasivo. No estamos
interpretando al intelectual más crítico (Schumpeter) ni al marxista más
revolucionario (Dobb), sino que estamos usando a estos autores -muy difundidos
en la academia de la posguerra- como ejemplos de distintas formas de hacer Economía
Política, que han contribuido significativamente al conocimiento y lo han hecho
siendo críticos.
El buscado fordismo-taylorismo de la
producción de manuales es consistente con el contenido que posee. Allí se
señala que no hace falta cambiar la realidad, hay que aceptarla o en todo caso,
cambiarla para dejar las cosas en libertad[4]. Si las
definiciones están allí, nos han ahorrado tiempo de reflexión porque ya lo han
pensado por nosotros, ¿para qué reinventar la rueda? Del mismo modo que la
elección óptima es la encontrada en una libertad sin contexto (la del mercado
sin historia), donde cualquier interferencia provoca un sobóptimo; si el
docente opta por transformar la noción cerrada de Economía, tendrá que explicar
porqué la Economía no es aquello que los manuales de Economía dicen que es, y
en todo caso, provocará más confusión que claridad. ¿Sucederá ello? ¿Es un
resultado no deseable? ¿Puede adoptarse dicha estrategia como una didáctica
efectiva?
[1] Entre muchos otros recursos
nombrar los Principios de Economía de Frank y Bernanke (2003); Economía
de Samuelson y Nordhaus (2006); Economics
de Stiglitz (2006); Economía. Principios y Aplicaciones de Mochón y Beker (2008); Principes of Economics de Mankiw (2011);
AEAWeb: What is Economics de la
American Economic Association (2013).
[2] Concluye con dicha definición “La economía es
el estudio de cómo los seres humanos utilizan el conocimiento para identificar
los recursos y el uso de estos recursos escasos para crear, utilizando esos
conocimientos, productos y distribuirlos entre las personas” (Khumalo
2012, Pág. 606).
[4] Aquí refiero a los esquemas de oferta y demanda y los derivados de sus
aplicaciones: sector externo, mercado de trabajo, mercado de capitales, mercado
de dinero, etc.
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