viernes, junio 8

Sobre lo dogmático de la historia del pensamiento económico

En un debate reciente sobre el papel de la historia del pensamiento económico[1] en el currículum del economista, entre otros argumentos, se justificó el estudio de la materia como antídoto a las formas dogmáticas de presentar ideas económicas. Es un argumento potente en defensa de la materia en el currículo del economista. Basta con mirar un poco la historia de las ideas para conocer que no siempre se pensó lo mismo ni de la misma manera. Que dentro de un mismo contexto histórico los abordajes difieren significativamente[2], categorías y métodos diversos que conformaron marcos teóricos distintos, junto a ellos, diversos modos de comprender y explicar la realidad y en consecuencia distintas alternativas para transformarla.

Pese a que acordamos en que es uno de los principales argumentos sobre la función de la historia del pensamiento, tenemos que aceptar que la metáfora es ligeramente desafortunada. Esperamos el efecto de un antídoto sobre una cosa ya formada, esto supone que la historia del pensamiento económico viene después de la formación inicial del economista. A pesar que esto podría ser una muy buena caracterización de la situación actual no es necesariamente la única función que tiene, al contrario –como también se ha señalado en dicha discusión- la historia del pensamiento económico tiene un carácter ordenador de las ideas, categorías, métodos y procesos que difícilmente pueda ser reemplazado con otra disciplina[3]. Entonces es un antídoto hoy sobre ciertos abordajes iniciales solamente por su vínculo con su función pedagógica más general: la de poseer cualidades comprensivas (que por ser ordenadoras no descartan el conflicto) de lo económico-político.

Por poseer esta cualidad, la historia del pensamiento económico se puede muy bien volver dogmática. Solamente para citar algunos ejemplos de estos abordajes, podríamos, a modo de  ejemplo, indagar en la “Teoría económica en retrospección” de un historiador con el reconocimiento académico de Mark Blaug cuando afirma que debemos evitar

“tomar la paja por el trigo y a pretender la posesión de la verdad cuando sólo poseen una serie intrincada de definiciones o juicios de valor disfrazados de reglas científicas. Sólo mediante el estudio de la economía moderna resulta posible darse cuenta de esta tendencia.” (Blaug, 2001, p. 784)

Entonces podremos explicar a Smith mediante curvas de oferta y demanda que nunca proyectó y de esta forma legitimar la moderna teoría de la mano de su supuesto fundador. Pero la frase va más allá, solo es posible estudiar, efectivamente, la historia del pensamiento económico mediante la teoría moderna como “poniendo el viejo vino en nuevas botellas”. Las únicas formas de llegar a comprenderla es mediante la historia del pensamiento o mediante la definición (imposición) directa[4]. Se comprenderá que el argumento de Blaug nos lleva a la segunda opción aunque justifica con igual fuerza el estudio de la historia del pensamiento económico, ya que es la que permite separar “el trigo de la paja”[5].
El conocido manual de Makiw al que acceden millones de estudiantes en todo el mundo plantea que

“es inevitable que haya alguna discrepancia entre los economistas, puesto que emiten juicios científicos distintos y tienen valores diferentes. Sin embargo no debemos exagerar el grado de discrepancia. En muchos casos los economistas ofrecen una opinión unánime” (Mankiw, 2002, p. 22)
Y en relación a las barreras a las importaciones se luce indicando que “casi todos los economistas se oponen a esas barreras que obstaculizan el comercio” debido a que reducen el bienestar. Pero ¿De donde saca semejantes afirmaciones este reconocido economista? La fuente citada es “Is There a Consensus among Economists in the 1990's?” publicada en 1992 por Richard M Alston, J R Kearl y Michael B Vaughan. Claro que Mankiw olvida primero indicar que tal generalización está arrebatada de una encuesta que recorta una parte importante de economistas estadounidenses (1.350 economistas consultados de los que respondieron solamente el 34,4%!) donde que menos del 12% pertenece a grupos probablemente críticos del libre comercio. Aunque Mankiw no lo quiera notar, en caso de validarse su consenso podríamos utilizar mucho mejor tales afirmaciones para concluir que los programas de estudio en EEUU no proponen la pluralidad de ideas o que las únicas opiniones que merecen ser escuchadas son las de los economistas norteamericanos - y no la de los mexicanos - con el mismo nivel de rigurosidad que el planteo de su proposición.

Paul Samuelson en su clásico “Economía” nos tranquiliza momentáneamente citando lo mucho que se hubiera perdido la economía de haberle hecho caso a las afirmaciones de J. S. Mill sobre la síntesis de la teoría del valor y afirma que los historiadores de la ciencia muestran que el progreso es discontinuo, sin embargo, antes de solamente presentar a los clásicos, Keynes y las diversas versiones del monetarismo, como aquellas escuelas que discuten la reproducción agregada, Samuelson, trazando una recta que va de Ricardo, Mill, Marhsall, Pigou, Keynes, Friedman, Lucas, Sargent y Barro[6], dice,

 “En este libro, la filosofía es considerar todas las escuelas de pensamiento. Se tiende a ver el enfoque keynesiano convencional como la mejor manera de explicar el ciclo económico en las economías de mercado. Pero las fuerzas detrás del crecimiento económico en el largo plazo se entienden mejor si se emplea el modelo neoclásico” (Samuelson, 2006, p. 662)
Como advierten Gide y Rist (1949), en otro extremo se señala que las ideas no son más que el resultado impuesto de los acontecimientos históricos, entonces, las formas ideales, dificilmente puedan siquiera torcer el curso de la historia por lo que su lugar en el estudio de las ideas en economía política resulta exagerado. Tenemos que la primera aproximación nos lleva a la eliminación de los hechos y la segunda a la de las ideas. Lo que ambas comparten en es la intención de descifrar ideologías de las “verdaderas” teorías de la búsqueda de la evolución del pensamiento hasta el estadío superior o superador a través del descubrimiento de un avance casi mecánico[7]. Pero para responder a estas concepciones debemos estudiar la historia del pensamiento, porque incluso ambas posiciones tienen su historia.

Un ejercicio interesante para plantear a ambos dogmatismos parte de las condiciones de la crisis actual. Pocos estarían en desacuerdo en que el estado de nuestra ciencia ha llevado una parte de culpa sobre la actual crisis económica puesta en evidencia a partir del 2008. Del mismo modo, al reconocer que el estado de los conocimientos dominantes sobre esta materia ha influido en esta catastrófica realidad, se borra todo tipo de acusación estéril a las formas ideales que, aunque sean acusados de reproducir “falsos reflejos”, son evidentes transformadoras de la realidad.



[1] El debate fue presentado por Leandro Haberfeld donde participaron como expositores Pablo Levín de la FCE-UBA y José Streb del CEMA.  Se podrá consultar el audio en http://foroseconomiauba.blogspot.com/
[2] Un ejemplo de ello fue abordado en un trabajo presentado en las JEC III sobre el pensamiento crítico previo a Marx durante los debates clásicos.
[3] ¿Como ordenar? El Journoal of Economic Literature (JEL) publica sus códigos de campos agrupando diferentes ámbitos de competencia de nuestra ciencia, actualmente representan 20 categorías generales de las cuales cada subcategoría posee aproximadamente más de 20 temas específicos, es decir, cerca de 400 “especialidades”. Para la historia del pensamiento solamente tenemos:
B Escuelas de pensamiento económico y metodología
• B0 Generalidades
o B00 Generalidades
• B1 Historia del pensamiento económico hasta 1925
o B10 Generalidades
o B11 Escuela preclásica
o B12 Escuela clásica
o B13 Escuela neoclásica hasta 1925
o B14 Socialismo ; Marxismo
o B15 Escuela histórica ; Institucionalismo
o B16 Historia del pensamiento económico :
métodos cuantitativos y matemáticos
o B19 Otros
• B2 Historia del pensamiento económico desde 1925
o B20 Generalidades
o B21 Microeconomía
o B22 Macroeconomía
o B23 Econometría ; Estudios cuantitativos
o B24 Socialismo ; Marxismo
o B25 Escuela histórica ; Institucionalismo ;
Evolucionismo
; Escuela austriaca
o B29 Otros
• B3 Historia del pensamiento : figuras individuales
o B30 Generalidades
o B31 Figuras individuales
o B32 Necrológicas
•B4 Metodología económica
o B40 Generalidades
o B41 Metodología económica
o B49 Otros
• B5 Enfoques heterodoxos actuales
o B50 Generalidades
o B51 Socialismo ; Marxismo ; Modelo de Sraffa
o B52 Institucionalismo ; Evolucionismo
o B53 Escuela austriaca
o B54 Economía feminista
B59 Otros


[4] Un hecho notable para interpretar esta imposición directa lo revela el apartado que analiza Frederic Lee sobre los libros de textos norteamericanos entre 1899 y 2002 de donde surge que hasta 1940 solamente el 19% de los 26 manuales definía la economía en relación a la “asignación de recursos escasos”, ese porcentaje se elevó al 81% antes de 1970 y en el 2002 ya 37 de los 43 manuales (86%) mantenían esta definición. (Lee, 2009, p. Tabla 1.1).
[5]  ¿Qué actitud respecto de la historia del sistema debemos esperar de esta afirmación? ¿Cual es la paja y cual es el trigo? “En otras palabras, podemos acordar que el capitalismo no es un sistema edificante, es grosero brutal y moralmente reprensible pero sí entrega los bienes y en el análisis final son los bienes lo queremos!” [la traducción es mía] (Blaug, 1994, p. 14)
[6] Aunque amplia su base a A. Schwartz, J. Stiglitz y E. Phelps.
[7]Resulta poco probable probar al mismo tiempo la falta de evolución en la historia del pensamiento económico, o del desarrollo de las ideas económicas y declarar la vigencia del evolucionismo en economía. Sería poco fuctifero intentar acomodar el concepto al desarrollo real de los acontecicmientos. El concepto de evolución ha tenido siempre diversos abordajes, sin embargo, la primera connotación es referida recurrentemente a Darwin y para ser sinceros, no es preciso seguir forzando el concepto cuando nuestra descripción de los hechos no tiene que reducirse a una palabra, ni a dos, sino a las que hagan falta. Si como indica Sánchez Puerta (2000), la evolución requiere al menos tres componentes esenciales: 1) variación entre las especies, 2) principio hereditario y 3) la supervivencia tiene lugar porque las especies tienen mayor cantidad de hijos o porque sus genes se preservan para aventajar al resto de las especies ¿Deberíamos concluir que la ortodoxia subsiste más por “tener más hijos”? ¿por ser teóricamente más consistente o ventajosa? Así estaríamos exponiendo la consecuencia y por lo tanto, no estaríamos explicando el proceso político por el cual un determinado corpus teórico subsiste y se vuelve dominante. Esta caracterización elimina uno de los componentes políticos que tiene nuestra disciplina.

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