viernes, enero 22

Ocho siglos de necedad financiera, ¿no será mucho tiempo para seguir creyendo que es una cuestión de necios?


En 2009 (2011) Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff publicaron “Esta vez es distinto ocho siglos de necedad financiera”, un libro preocupado por el espacio de los acreedores de deudas públicas alrededor del globo y de gran parte de la historia del capitalismo. Lo notable y paradójico del libro es que se preocupa por la fragilidad financiera y económica observando solamente lo que normalmente no son causas, sino consecuencias de crisis: los impagos de deuda, las crisis bancarias, las crisis inflacionarias y los derrumbes monetarios, estallidos de burbujas.
Afirman que ninguna crisis es muy distinta, el sistema financiero es frágil y por ello los estados deben mostrar prudencia y cierta regulación de la cuenta capital junto a la conservación de límites de deuda pública. Entre los muchos libros comparativos de las crisis que surgieron post 2007, este tiene la particularidad de concentrarse en la compilación de datos y de discutir con parte del mainstream de las finanzas y realizar una obvia crítica “Gran Moderación” y a ciertos lugares comunes como los de la calificación de riesgo: “Muchas crisis profundas de deuda en las que se incurrió en impagos…tuvieron lugar justo después de que el país en cuestión recibiera calificaciones más altas…y se le viera como un modelo que debería imitarse entre la comunidad internacional (por ejemplo, Argentina a finales de la década de 1990, antes del derrumbe de 2001)” (p. 311)

Es notable el espacio destinado a Argentina y más notable aún que no siempre ese espacio es utilizando el sentido común conservador, por caso, al referirse a los marcos legales internacionales dice: “el primer caso de un mercado emergente cuya deuda interna estuvo vinculada a una divisa extranjera moderna y dirigida principalmente a residentes extranjeros es el de Argentina en 1872.” Y “…si el gobierno de Argentina (país que ostenta un impresionante historial de impago serial) obtiene dinero de un banco estadounidense y luego deja de pagar, son limitadas las opciones que el banco tiene para hacer cumplir sus demandas de manera directa” (p. 81)
…o sobre las deudas odiosas: “Quizá todo el mundo coincidirá en que si los gobernantes de un país involucrado en un genocidio obtuvieran un préstamo para financiar su poder militar; los prestamistas tendrían que reconocer esa deuda como odiosa y en riesgo de impago en caso de un cambio de régimen” (p.91).

Asimismo, respecto de la reestructuración 2005 “Argentina posee el record del impago más grande: en 2001 incumplió en el pago de más de 95.000 millones de dólares de deuda externa. En ese caso el impago fue gestionado por medio de una reducción y una extensión del pago de intereses” (p.38)
…pero comparativamente a la reestructuración Brady (1992): “De hecho, en Argentina y Perú, tres años después del acuerdo Brady, ¡la proporción de la deuda respecto del PBI fue más grande de lo que había sido en el año anterior a la reestructuración!”

Tal vez, la compilación de datos sea lo más interesante del libro, aporta a muchas otras tesis no vulgares sobre las transformaciones del capitalismo en todo el siglo XX y las perspectivas para el XXI, expresa muy claramente una posición al interior del mainstream no tan fácil de dilucidar para quienes estudian la historia del pensamiento económico. En resumen, Reinhart y Rogoff nos dicen que parte de nuestra deuda es odiosa, que no debemos prestar atención a las agencias de calificación de riesgos, que las reestructuraciones incentivadas desde afuera (Brady) no mejoraron la situación pero la empujada desde dentro (2005), aunque con fricciones, provocó quitas y que hasta 2009, un acreedor internacional no disponía de muchos medios (por caso, un Griesa) para presionar sobre los pagos de deuda...también afirmó que Grecia estaría muy próxima a "graduarse" como pagador de deuda soberana, junto con Portugal, Chile y otros tantos..."graduarse" significa pasar de año en la preparatoria para obtener el titulo de economía avanzada...en fin, luego de ocho siglos de necedad financiera, funcionarios públicos argentinos vuelven a permitir que el FMI supervise la economía del país, vuelven a acelerar la toma de deuda externa a través del BID, el BCRA y las nuevas gestiones con títulos públicos y a pegarle otra aceleradita a la IED...¿No será mucho tiempo para seguir creyendo que es una cuestión de necios?

sábado, enero 16

Breves notas sobre “Cuando los economistas alcanzaron el poder” de Mariana Heredia


En 2015 se publicó el libro Cuando los economistas alcanzaron el poder (o cómo se gestó la confianza de los expertos)”, un libro especial que viene a acelerar la preocupación sistemática por comprender una forma de poder que existe hace por lo menos desde 1975 (y es tema de debate creo, si los inicios no fueron a principios del siglo XX o a partir del golpe del 55). En lo personal me parece un aporte excelente, escrito de una forma interesante para que permee fuera de la academia ya que es un libro de historia, historia de las ideas sobre el tema central de la agenda de los economistas después del Rodrigazo, como fue la inflación, sobre los actores que sustentaron estos debates, sobre cómo se legitimaron esas ideas y por ende sobre cómo se regularon las consecuencias sociales de esas realidades construidas –también- mediante el discurso. Llama más la atención que el tratamiento de las ideas por una investigadora que viene de la sociología tiene una coherencia sobre los conceptos, ideas y consecuencias de política económica que es difícil encontrarla entre economistas instruidos, esto es, un aporte a la historia de las ideas pero que puede estimarse un poco más allá, hacia la epistemología de la economía política. La autora estudia el período posterior a 1975 como un período donde las ideas gravitan alrededor de los éxitos y fracasos en el gobierno de la inflación en Argentina. La tesis planteada es que “la inflación se erigió a partir de mediados de los años setenta en el principal termómetro de la crisis”. Pese a que el lugar destinado a las corporaciones o grupos económicos es escaso, los espacios indagados son numerosos, desde la construcción de los economistas en la universidad, hasta las fundaciones y otros espacios públicos y privados. Desde el estudio de los planes económicos hasta el peso relativo de los economistas en las agencias científicas y el lugar relativo de los think thanks, siempre bajo la lupa de la internacionalización de la ciencia. Queda claro que hay que hacerle lugar a los espacios concretos de poder económico en la discusión pública, que hay un espacio para indagar más allá de la política macroeconómica (que es la que gobierna el discurso, claro está) y que se puede ampliar -y porque no, cambiar- los códigos con los que se tratan a la “ortodoxia” y “heterodoxia”, sobre todo porque el Kirchnerismo ha cambiado fuertemente esta separación siempre a partir del fenómeno evidenciado de la transición de los economistas desde el lugar de expertos hacia los espacios políticos que pareció asomar con las candidaturas de Cavallo, López Murphy y Lavagna no hace tanto tiempo atrás pero que hoy los economistas volvieron a recobrar sus lugares de expertos (Por ejemplo, Lavagna y Blejer realizando los prólogos de libros de economistas de espacios políticos enfrentados como fueron Redrado y Kiguel respectivamente)

Entre sus conclusiones quedan claras las consecuencias del poder de los economistas y sus formas de articularlo, aunque también se vinculan fuertemente aspectos del éxito de la política económica pública con el sostenimiento de las ideas y actores. En su epílogo deja una reflexión que sirve como insumo de la política, insumo antipático para los sectores progresistas, pero del cual se deben tomar nota, creo y comparto: “este libro confirma que el regreso de la inflación como problema público es una mala noticia, y se inscribe en una larga saga argentina (…) Con el incremento de los precios y la corrida del dólar, vuelve a erosionarse la autoridad estatal y a desacreditarse el valor de la palabra política.” Y concluye “…cuando la inflación se afirma como problema publico mayúsculo, se instruye una separación entre economía y política, entre especulación racional y compromiso ciudadano, que sólo puede beneficiar a los más oportunistas y los más fuertes. Es sobre esa base que la delegación del juicio público y político puede hacerse en funcionarios que no contarían necesariamente con el apoyo de las mayorías”.

Sin duda es de los libros que se tienen que leer dos veces, no sólo por gusto sino por justo.

 

miércoles, enero 13

La “normalidad" de la "convergencia” es la del discurso sobre el ajuste

Van algunas notas sobre la reciente conferencia del Ministro de Hacienda Argentino Prat Gay.

Estuvo llena de contenidos y definiciones políticas y académicas, pero no suman nada a lo que ya conocemos el perfil de los funcionarios del Pro.


En detalle abajo pero en resumidas...se viene ajuste fiscal y monetario, represión salarial combinada con desempleo, reconocimiento de la deuda a los buitres y desfinanciamiento del sector público.

1) Ajuste fiscal. Se dijo muy claramente. Si se va a mantener en % del PBI el gasto social, pero aumentará en términos reales entonces no queda otra…el gasto público será menor en términos del PBI.

2) El ajuste será en gastos corrientes “reconfigurado” con más proporción de gasto en capital, es decir, se pagarán menos salarios de empleados públicos (en precio y cantidad claro). Consecuencias que ya se están viendo. “uno no está ajustando cuando se gastó de más” dijo su colaborador, en línea con la “mano dura” en los temas fiscales e inflacionarios que señaló el ministro.

3) Habrá un ajuste monetario del orden del 15% de la base monetaria aproximadamente. Dejo por allí que la emisión de dinero no se frenará en términos nominales y la inflación hará su efecto reductor.  

4) Se adoptan metas de inflación. Básicamente esto trata de gobernar expectativas bajo un paraguas de tensión fiscal y monetario. Es decir, se pone la inflación como target porque se asocia a un problema monetario, ergo, tratase de hacer rígido el déficit fiscal financiado con recursos conseguidos por el BCRA. En este sentido hay varias experiencias mundiales de las últimas dos décadas que muestran coherencia y fracaso, que yo sepa ninguna adoptada con niveles del orden del 30% (el propio ministro desestimó el caso argentino postcrisis) y con economías tan tipo-de-cambio-dependientes como la Argentina. Dicho sea de paso, se nunca que el tipo de cambio nominal no es un variable target. Al ministro dejó ver que el problema de la inflación es del Banco Central.

5) Expectativas de precios y paritarias, al tiempo que la subejtividad del ministro señaló un tipo de cambio de $16 y una inflación de piso del 30% y se mostró preocupado por un “aumento desmedido de precios” del último mes. El objetivo inflacionario de gobierno para 2016 está en torno al 1% mensual, pero solamente enero cierra con mucha suerte al 3,7%...y se espera un febrero más acelerado…es decir, el ajuste va tener que acelerarse y el mazazo a las paritarias se tiene que transformar en un hecho si quieren lograr la inflación del 20-25% anual.

6) No realizó voluntariamente anuncios sobre reservas ni endeudamiento, tampoco se mostró preocupado por los problemas de empleo.

7) Misceláneas:

a. Deuda. El costo de la deuda acumulada que está calculando es el que piden los fondos buitres en términos nominales, estimo que sin quita de ningún tipo. ¿Un buen guiño para quien tiene que cobrar no? Que te reconozcan toda la deuda y te digan que la gestión que negoció anteriormente se equivocó.

b. Déficit fiscal primario del 2,3% del PBI, dijo ser el “más grande de los últimos 30 años”. Buen intento, pero en 1990 fue de 3,08%, en 1989 fue de 3,66%, en 1988 fue de 5,15%, en 1987 fue de 4,08%, es decir en los últimos 30 años hubo al menos 4 ocasiones donde el déficit primario fue mayor, pero en todas esas oportunidades el déficit total fue superior al actual.

c. Fondos del BCRA, una expresión contable que es magnificada. Brevemente si el BCRA tiene ganancias acumuladas aparecen en su patrimonio neto, si las distribuye salen de allí, obvio, claro, evidente. El tema es que el BCRA no tiene la persecución de la felicidad y la ganancia como cualquier agente privado, ergo lo que gana se lo debe sacar de encima, y si puede financiar gasto en todo caso es una decisión de política. Para el que no entiende: el patrimonio neto de un banco central es el tercero en relevancia entre su pasivo y su activo como primero y segundo…

d. Anuncia que los jubilados se “descapitalizan” por el uso de los recursos que arroja el Fondo de Garantía de sustentabilidad. Es muy corta esta elusión, el ingreso corriente del FGS no es capital porque se espera que su capital rinda parte de ese fondo, y por demás es un hecho evidente que el fisco consolida el pago de jubilaciones y otras transferencias con la contribución de otras bolsas (como las de IVA, ganancias, y comercio exterior).
 
El ministro se manifestó deseoso de lograr una convergencia a la "normalidad". Notorio porque el mundo no muestra ni normalidades sino variedades, ni convergencias, sino divergencias. Y sobre todo en los bloques de América Latina y África vis a vis los anglosajones y asiáticos.
 

domingo, enero 10

Breves notas sobre “El Dólar. Pasado, presente y futuro” de Aglietta y Coudert

Este corto ensayo de 168 páginas contiene reflexiones bien interesantes sobre el sistema monetario y económico mundial y posee una estructura que le permitiría ser una investigación de más de 1000 páginas manteniendo los mismos capítulos. Esto es porque cada apartado da una breve introducción a os problemas y adelanta conclusiones que no siempre resultan del desarrollo anterior, sino que son agregados de otros trabajos de ambos autores.

El libro relata brevemente la construcción de dominio del dólar como moneda internacional, si bien cuestiona su hegemonía como divisa clave en la actualidad y en un futuro próximo y afirma que el mundo dolarcéntrico se transformará en un sistema monetario centrado en el dólar, pero multidivisa, segmentado regionalmente, paradójicamente expone una serie de datos de actualidad que permiten sospechar de aquella predicción. Es necesario que para que el sistema monetario cambie el FMI retome a las ideas constitutivas de Keynes en Bretton Woods, que el congreso de EEUU acepte eso y que los bloques económicos de divisas alternativas de Europa (Euro) no se destruyan y de Asia (yuan, no yen) se sigan desarrollando. Es necesario también que el bloque de los BRICS plantee un verdadero peligro como alternativa al FMI/Banco Mundial. En el ensayo no se encuentra prueba que estas cosas puedan suceder, de hecho, la situación de Europa es compleja y no muestra una buena salida, el FMI sigue desarrollando sus planes de ajuste sobre los países deficitarios (en algunos casos con mayor énfasis), los BRICS no hay dado pruebas de ser una alternativa viable al menos en el corto plazo, el déficit comercial estadounidense no alienta a perder el control de la moneda internacional sino al contrario (porque se pegarían un tiro en el pie?) y China tiene un sistema financiero subdesarrollado aun, de base de reaseguro en el dólar que, aunque pueda desafiar a la política de la FED (como sucedió con la devaluación del yuan en 2015 y la postergación de la suba de las tasas por parte de la FED), no parece estar cerca de generar un bloque regional, aunque es la opción más cercana de toda las expuestas, claro. Más allá de estas notas queda claro que América latina y África no tienen ningún rol internacional en el manejo monetario sino por el contrario serán espacios de disputa en caso que el mundo se divida “monetariamente” en regiones, esto puede plantear una oportunidad de aprovecharse de la competencia de los distintos préstamos, pero ciertamente un foco de conflicto económico en cuanto a la relaciones con el capital extranjero, tal vez más conflictivo que el existente hasta ahora. La realidad es que China ya asomó sus narices y Europa se alejó. Parece que la región será alienada bajo el dólar y el yuan. Al contrario de lo que afirman los autores, para América Latina la dicotomía norte/sur está lejos de ser resuelta. Dudo si este libro sirve para reflexionar sobre las estrategias posibles en la región, aunque deja claro el lugar que puede esperarse de cualquier resolución sobre la futura forma monetaria internacional.

martes, enero 5

Breves notas sobre “Las crisis económicas argentinas. Una historia de ajustes de desajustes” de Miguel A. Kiguel (no es reseña)

Miguel Kiguel forma parte del panorama de expertos en macroeconomía que, como muchos de su generación, tuvo su paso por instituciones privadas en argentina (CEMA, FIEL, UTDT) y agencias internacionales. También ocupó espacios de gobierno durante el menemismo. Hasta hace poco estaba catalogado como un economista de consulta del actual presidente Mauricio Macri. Notablemente este libro es prologado por quien fuera un consultor de segunda línea de Daniel Scioli, Mario Blejer.
Kiguel como muchos de sus colegas hoy en el gobierno parecen tener una trayectoria similar, trabajos más trabajos menos, logran ser reputados por construirse en un lenguaje experto, ser reconocidos por los 10 o 15 macroeconomistas argentinos mayores a 50 años que construyeron sus carreras por pasos similares. Los macroeconomistas “exitosos” sino tienen su propia consultora están en alguna fundación esperando a ser convocados para algún cargo público. Por ahora no es el caso de Miguel quien ha tratado de retratar lo que sucede en Argentina observando solamente tres cosas: el balance de pagos, el tipo de cambio y la inflación. En algunos pasajes se identifican las variables de jerarquía menor como son la deuda pública, la política comercial y los salarios.

Describe tres tipos de crisis: las de balance de pagos, las macrofinancieras y las hiperinflacionarias. Revisa los distintos períodos de nuestra historia pos-peronista y tras darse cuenta que gran parte de los 60s y 70s argentina no sufrió grandes crisis llega a la conclusión que….nada, sorprendentemente no llega a ninguna conclusión. Aunque se le hace evidente que las crisis se vuelven más frecuentes, más violentas de forma creciente después de 1975…el autor no encuentra nada extraño allí. No le parece raro que las crisis se vuelvan así durante el periodo neoliberal, en absoluto…nada…a lo sumo hecha alguna culpa al Rodrigazo de haber sentado un precedente inflacionario.
El libro tiene pocas novedades, aunque algunas paradojas. Por un lado hace una crítica liviana al monetarismo ingenuo pero termina abrazando la idea que la inflación es un fenómeno monetario siempre y que es consecuencia siempre del accionar del gobierno en cuanto a gastos y manejo del tipo de cambio. De allí a la conclusión que es un fenómeno populista hay un pasito muy corto. Asimismo, tiene la contradictoria novedad de declarar que la crisis del kirchnerismo en realidad no es una crisis, aunque hay muchos indicios –para el autor- que se esté en una antesala de una crisis, pero esta no sería una gran crisis macrofinanciera o hiperinflacionaria sino y a lo sumo una crisis de balance de pagos como las que el mismo autor señaló que a la luz de la actualidad no se observaban como una crisis muchas veces. En resumen, el kirchnerismo dejaría (pero para el autor en rigor no deja) una crisis. Es más, se realiza una estimación muy positiva de los fundamentals macro por la baja dolarización de la economía, la baja deuda pública y un sistema bancario sólido y si, del resto de las condiciones económicas se olvida por completo…El autor declara que ortodoxos y heterodoxos fracasaron, desecha de entrada los aportes del estructuralismo, de hecho, no incluye ningún espacio al lugar de la argentina en el mundo ni al entramado productivo de ninguna índole. Al mismo tiempo identifica dos formas solamente de observar la realidad (casualmente a la que el autor adhiere y la populista-cepalina). El fracaso argentino se puede explicar por el uso de la política económica independientemente de los actores que interactúan, fiel al estilo Pro, la salida es buscar buenos quipos, usar bien la receta de la abuela y esperar que todos los actores se quieran comer lo que la abuela cocinaba.

Esperaba encontrarme con una derecha más instruida, mejor informada de las cosas que se discuten incluso en sus ámbitos de dominio, con ideas más claras y mejor reflexionadas y con propuestas bien pragmáticas. Incluso la exposición de datos es muy precaria. En lugar de ello me encuentro con un libro pobre en su reflexión histórica y teórica, falto de conceptos y con una propuesta que puede esperarse de algún dirigente Pro en un programa de tv estilo Intratables pero que es difícil de digerir cuando se lee un libro que pretende interpretar nada menos que las crisis argentinas de los últimos 70 años.
La idea que los problemas del país se reducen al populismo económico lleva tantos años como el peronismo, pero quienes sostenían esas ideas hace tiempo lo hacían con argumentos más atractivos. Aunque hay que reconocer que reducir a dos o tres variables las explicaciones económicas de la Argentina es una virtud en el mensaje más allá de lo que el mensaje sostenga. En este sentido es interesante la propuesta liberal-conservadora, ya que -paradójicamente?, cada vez lo dudo más- contra de sus propias reglas académicas, contribuye a pensar que casi cualquier cosa se puede decir y su contenido importa poco al lado de su forma, sus medios, sus dispositivos y los actores que sostienen esas ideas y contribuyen a que tengan un correlato social.