domingo, junio 24

La historia del pensamiento económico y las antigüedades del pensamiento

Junto con las dos notas anteriores, esta pretende discutir uno de los argumentos más relevantes contra la historia del pensamiento económico como reproductor de antiguedades, que dejan sin más efecto que la quita del escaso tiempo de cursada durante los estudios de grado.

Schumpeter (1982) reconoce que cualquier ciencia estudia su historia y se pregunta ¿Por qué la economía no habría de hacerlo? ¿Porqué no dejar la tarea del cuidado de los materiales antiguos a pocos espcialistas? Reconoce que es precisamente en nuestra ciencia donde hay mayores ventajas del estudio de su historia. La primera es una ventaja pedagógica, cualquier que estudie economía, sin conocer su historia pierde “orientación y sentido”. La ciencia “progresa”, si es que lo hace en “zigzag” sobre nuevas ideas que responden a nuevas necesidades pero las nuevas ideas se reconocen novedosas en función de sus condiciones históricas, es decir, delimitadas por el estado de conocimiento previo. Aun así - dice Schumpeter - es posible reconocer la ventaja del descubrimiento de viejas ideas aunque ocultas por un tiempo y que el ejercicio de la reflexión sobre la propia disciplina puede provocar nuevas interpretaciones.

El argumento que discute y aparenta ser poderoso, es que los historiadores son reproductores de antigüedades, formas de pensamiento no vigentes y por lo tanto sin ninguna función que sirva al economista. Este tipo de concepciones posee algunos presupuestos que es preciso revisar. Por un lado, sin hacerlo expreso, se está asignando una función social al economista, éste no debe conocer la historia de su ciencia ¿Qué sentido tiene si sus funciones modernas le exigen realizar precisos cálculos sobre categorías ya consagradas? En segundo lugar, no importa pensar el futuro de la ciencia a la luz de su pasado y presente. Importa el presente. La realidad profesional arrincona cualquier desvío del presente aunque más no sea para superarlo ¿es que el debate sobre el trabajo productivo e improductivo ha perdido vigencia en el capitalismo moderno, cognitivo, financiero o postindustrial?  

Es preciso indicar que, pese a la reducción del peso de la materia en los cursos universitarios[1], paradógicamente, parece suceder una tendencia al incremento del peso relativo y su peso absoluto (bajo aunque creciente) de la HPE en los principales journals de economía (Fogarty, 1998). Aunque el escaso, justo o escesivo tratamiento suele ser tema de controversia de acuerdo a la forma de recortar la muestra (por journal, por tema principal, por tema secundario, por rango de fechas, etc.), no parece ser un argumento convincente quitarle peso la asignatura del currículo de grado debido al hecho que no sea un tema tratado en la actividad académica de revistas, sino muy por el contrario - si estos datos son ciertos y el criterio es válido – habría que prestarle más atencion durante el grado. Pero no nos quedamos con semejante argumento porque las actitudes miméticas en economía no han mostrado buenos resultados hasta ahora.

Eric Roll en la introducción a su “Historia de las doctrinas económicas” parece responder a las anteriores acusaciones,

“…las exigencias del estudio de la economía moderna presentan dos graves peligros. En primer lugar, las intrincadas sutilezas de la teoría moderna pueden hacer que el alumno olvide la naturaleza esencialmente práctica de su disciplina…El estudiante contemporáneo de economía puede, también, perder de vista la aportación que su materia ha ofrecido, y sigue ofreciendo, a la corriente general del pensamiento humano.” (Roll, 1994, p. 14)

A ello debemos sumar la crítica de las categorías y métodos de estudio son mucho más efectivos teniendo perspectivas de lo que ha sucedido.

“Cuando Schumpeter defendió la historia del pensamiento económico que estaba pensando en la historia del análisis económico, mientras que casi todos los argumentos posteriores para la enseñanza de la historia del pensamiento económico, como los de Stigler y Boulding que acabamos de discutir, han sido sobre la historia de las doctrinas económicas: la relación de la teoría económica a la política económica, la influencia de los prejuicios sociales, filosóficas y políticas sobre las ideas de desarrollo económico, los puntos de vista metodológicos de los grandes economistas, la sociología de la profesión económica, la difusión internacional de ideas económicas, y similares a nivel de todo que van preguntas sobre la historia de las ideas que se aplican a la economía. Desde esta perspectiva más amplia, en el caso de la enseñanza y el estudio de la historia del pensamiento económico es fácil de hacer. De hecho, es la única manera de dar a los estudiantes un sentido del lugar de la economía en la comunidad más grande de la ciencia social, y elevar las famosas preguntas de las ventajas y desventajas de una división del trabajo intelectual.” (Blaug, 2001, p. 150)

Blaug está reconociendo simplemente que el conocimiento tiene varias dimensiones, la política, metodológica, histórica, etc. pero se inclina por la reconstrucción racional de la historia la analítica en lugar de la histórica. La forma en que hacemos historia del pensamiento, de las ideas, teorías, de las doctrinas o del análisis económico cambia las perspectivas entre las construcciones del pasado. Si eligiéramos la opción de Blaug, no sólo continuamos con el problema de la interpretación histórica (disminuido) sino que adquiriríamos otros que creemos de mayor envergadura, los del lenguaje y la construcción de sentido. La trampa interpretativa contra estos argumentos nos acusaría de la imposibilidad de pensar el pasado cerca de lo que realmente fue debido a que nuestras experiencias modernas nos impregnan de presente, entonces –se dice – será mejor sincerarse a leer el pasado directamente desde el presente[2]. El enfoque se acerca a la dicotomía entre el relativismo o el absolutismo ¿Es preciso ponernos en relación ante semejantes dicotomías? ¿Porqué no buscar la ruptura del discurso en lugar de la regularidad? O de otro modo completamente distinto ¿Por qué nos perderíamos de una biografía intelectual como una parte – aunque pequeña tal vez – de comprender el pensamiento económico? ¿De qué forma podríamos poner en evidencia los debates sino es interpretando el contexto?

Debe notarse que Blaug utiliza una forma particular del análisis económico de Schumpeter. Sin embargo es preciso reconocer la discusión sobre la “visión” y las “cajas de herramientas” de Schumpeter[3] y expresar acorde a Dobb que

“…parece ser que la distinción que Schumpeter trataba de hacer entre la economía como análisis puro y la economía como visión del proceso económico, dentro del cual entran el sesgo y la coloración ideológica, no puede ser sustentada, a menos que el primero quede restringido al marco formal, simplemente, de afirmaciones económicas, y no a la teoría económica como proposición sustancial respecto de las relaciones reales de la sociedad económica…” (Dobb, 1998, p. 49)

Por lo que afirmaba que la economía es una ciencia deductiva y por lo tanto, lo central de aquella son sus conceptos. Pero estos no pueden ser estudiados separados de los problemas que pretenden resolver, es por ello que – para este autor - el estudio de las escuelas de pensamiento económico constituye uno de los primeros pasos para la compresión de la economía.

Llevando un caso de categorías al uso de la HPE tenemos que por no distinguir entre excedente y riqueza se le acusa al historiador o estudiante de pensamiento un tipo de trabajo social estéril mientras que aquel que comporta su estudio hacia una tecnicatura, en la medida que esté puesto en relación a la producción de excedente tiene un derecho de adquirir el subsidio social de la universidad pública. La función práctica a la que refiere Roll es la de la transformación social, muy distinta a la función técnica que aunque sea necesaria según el caso no es competencia de la ciencia sino de otro tipo de formación que ni siquiera estamos discutiendo ahora.

Recientemente The Institute for New Economics Thinking (Johnson, 2012) se preguntaba a quién debían servir los economistas ¿intereses de los poderosos o a la sociedad? Resulta paradójico que la institución que gravita sobre la figura de George Soros sea co-comandante de las críticas a la formación del pensamiento actual y que sea una pregunta tan burda que casi no merezca respuesta. Sin embargo, la sensación del deber responderla – no sólo personal – sino de muchos colegas, deja en evidencia el desastre institucional en que se encuentra el estado actual de nuestra ciencia[4]. La pregunta que separa al profesional del científico es interesante para la historia del pensamiento económico por varias razones.  Se supone que aquel que profesa una disciplina es precisamente aquel que no la cuestiona, aquel que toma sus postulados básicos y los aplica a una forma de trabajo predeterminada, el dogmático. El perfil científico es precisamente el contrario, el que realiza una crítica de las formas en que se le entregan las cosas. No acepta las predeterminaciones, sino hasta haberles pasado el filtro del dogma comentado anteriormente. Los caminos a seguir parecen ser: HPE para el científico pero no para el profesional. De otro modo, se ha clasificado a los economistas de tres tipos: los creadores, los transmisores y los aplicadores, entre los primeros están aquellos que hacen ciencia, mientras que los últimos aparecen los que trabajan en la industria y el gobierno. Ciencia por un lado y bienes y servicios por otro, reconociéndose que en última instancia la ciencia debe ser útil (Spengler, 1968, p. 14). El argumento es potente, ya que si los bienes y servicios son útiles por su naturaleza, la ciencia puede no serlo, entonces ¿Qué harán los economistas? Si el perfil profesional se debe guiar por el “mainstream” internacional, hemos de comprobar que esta actividad no ha caído en interés de las instituciones que dominan el saber, por otro lado, entre las cuatro actividades más demandantes de economistas, se encuentra la enseñanza, superando ampliamente los sectores de la actividad económica más tradicionales como construcción, industria manufacturera, agricultura, ganadería, caza y silvicultura, electricidad, gas y agua, comercio y transporte, entre otros (Rozenwurcel, 2007, p. 50), por lo que los argumentos corrientes que pretenden quitarle peso a la materia no son siquiera coherentes en sus propios términos.

Debemos reconocer el hecho que no estamos formando una nueva estructura institucional, sino que estamos pensando en los cambios que debe sufrir la estructura existente. El perfil del economista (no digo el perfil teórico que será discutido en la última parte del trabajo, sino del perfil real) es un perfil profesional, en general[5].  Cuando a un economista le preguntan ¿Qué es la economía? Y no dispone de los medios sugeridos por las historias del pensamiento económico, seguramente no podrá responder más que dogmáticamente que la economía es la ciencia que estudia la administración de recursos escasos entre usos alternativos[6], etc.- ¿Se encuentra en el perfil del egresado la necesidad de comprender qué es su ciencia? ¿Es posible responder a esa pregunta sin conocer los caminos que han seguido sus conocimientos? ¿Sin conocer el estado actual de los debates sobre los problemas económicos y sociales? ¿Desconociendo por completo al resto de las ciencias sociales? Eliminarle la posibilidad de conocer a nuestros estudiantes de economía, independientemente que la función social[7] que asuman tiene una justificación posible: creer que la ciencia ha llegado a un consenso generalizado y por lo tanto algún manual moderno nos ha ahorrado el paso de definir la Economía o, en su versión más refinada, a creer que las formas de aproximarse a la realidad son únicas, es decir, que los objetos de estudio y los métodos son cuestiones secundarias, - se dice - como la realidad es una sola, basta con observarla. Llamativamente es una característica que comparte la ortodoxia evolucionista con ciertas formas de marxismo con la enorme diferencia que los primeros han ganado el discurso económico.

La economía desprovista de su historia, como ciencia y como procesos, sólo va a reconocer la selección natural de aciertos como una construcción única. La selección natural entre teorías alternativas. Dejar la HPE a la historia de la ciencia fuera de las facultades de ciencias económicas contribuye a consolidar esta visión. El capitalismo muestra constantemente lo contrario pero no sólo para la “economía del nuevo milenio”, la “economía moderna” o como se le quiera rotular a eso que ordinariamente llamamos ortodoxia. ¿Es éste el proceso mediante el cual una serie de teorías se vuelve dominante? ¿Es competencia de la HPE comprender cómo y porqué las teorías se vuelven dominantes? ¿Qué y para qué realidad recortamos?? ¿Quién se ocupa de las ideas que no han ganado? No parece necesario realizar esfuerzos en anunciar que las ideas que han ganado hoy, nos hacen perder oportunidades históricas como lo han hecho en gran parte de la historia de las crisis del capitalismo. Si existen crisis del pensamiento es porque hay períodos de regularidad. Si la historia del pensamiento económico se vuelve dogmática ¿quién estudia sus crisis?


[1] Ver Blaug (2001), Fogarty y Naples (1998) y Gallardo (2004), entre otros.
[2]Es preciso notar que la posición “intermedia” que propone Gallardo (2004) tampoco satisface el requerimiento de la dirección y el sentido, que en definitiva aporta a la heurística de la HPE.
[3] Puede consultarse una línea similar de crítica a los argumentos de Schumpeter en Jensen (1985).
[4] El hecho que sea costumbre preguntar a los directores y altos gerentes de compañías privadas sobre el tipo de fuerza de trabajo que precisan contratar refuerza la pregunta que se hace el INET. ¿Debemos preguntarles a aquellos que en semejante período de crisis han mostrado todas y cada una de sus incapacidades para dirigir virtuosamente al sistema de producción de riquezas? No importa si son incapaces porque pese a sus conocimientos nada pueden hacer o si solamente no saben que hacer.
[5] Un breve repaso de los principales planes de estudio arroja una idea inicial, sin embargo, debe consultarse el estudio de casos particulares, para ello se aconseja una lectura crítica de Rozenwurcel, Bezchinsky y Rodríguez Chatruc (2007), Jornadas de Economía Crítica (JEC), 2010, Rikap y Arakaki (2011), Teubal (2000) y Asiain, López y Zeolla (2011) entre otros.
[6] Como las Fronteras de las ciencias se desplazan, la economía no se puede definir por tema ni por método, por lo que no es posible dar una definición completa de la economía política “Lo más parecido a una definición será la enumeración de los terrenos hoy día reconocidos en la práctica didáctica…siempre hay que dejar abierta la posibilidad que en el futuro se añadan o se retiren temas de cualquier lista que se estableciera hoy como completa.” (Schumpeter, 1982, p. 45)
[7] Termine siendo la de mano de obra barata de las consultoras económicas, la de un egresado con perfil científico tecnológico que se incorpora a las carreas existentes, la de un profesional independiente, etc. ¿Qué hacen hoy los economistas?

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